domingo, 5 de junio de 2011

Verde, Blanca y Negra...


Estos, son los tres adjetivos calificativos que definen perfectamente la ruta, verde, blanca y negra. No hay mejor definición de la ruta que don Cesar de los Diestros y yo realizamos el pasado domingo, por el valle del Ambroz, un lugar infranqueable magnifico y maravilloso.






Verde, por que si de esta zona, se trata, no se puede obviar la amalgama de verdes, el festival de tonalidades de este color, macedonia de verde, verde oliva, verde campo, verde gris, verde rojo, verde eran también las caras después de la rutita. Si, porque sobre las piedras, había verde, que alimentaba al musgo, que era sustrato de helecho, que estaban entorno a jaras, que ocultaban la base de encinal, alcornoques, pinos y cerezos, vamos un festival VERDE en explosión primaveral.



Verde estábamos, o mejor dicho como la cara de cierto ogro infantil llamados Srek, se nos ponían el rostro al amigo Cesar y a mi, cada vez que al torcer una curva, nos encontrábamos una cuesta mas, pues si la de Pela era la ruta euribor, esta es la euribor mas dos, como la hipoteca.

Se comienza, subiendo por una pista asfaltada desde Cañamero y dirección a Berzocana, Navezuela, esta es una pista parecida a la vía verde desde Madrigalejo a Logrosan, lo digo por el trafico casi inexistente, pues existe una pequeña diferencia, una gran cantidad de manantiales de agua cristalina y la cuesta, esa tiparraca que te aprieta cuadriceps y gemelos hasta reventar, que te obliga a ir el lunes a trabajar con pantalón bombacho, pues es tal la hinchazón de las extremidades, que ni desangrando es posible bajarla, fijaros si subimos alto que pasamos de 600 m sobre el nivel del mar, a casi 1400. Por esta razón mi colega de aventura, decía “chacho se va la cobertura del GPS” no me extraña íbamos por encima de el, pero si casi veíamos a los astronautas de la estación espacial internacional, si yo divise el número de matricula del hispasat, si es que mas alto no se puede ir, es algo impresionante, pero hay es donde estuvimos. Subiendo, subiendo, subiendo a una media de 10,9km/h y por pendientes muy pronunciadas durante los primeros 20 km, hay es donde empezamos a bajar un poquito hacia Navezuela.



De navezuela en adelante, nos convertimos en furtivos, y atracamos uno de los innumerables cerezos del lugar, que en estos días están justo en su recolección, amigos, las cerezas tenían una pinta estupenda, nos llenamos en buche de unas cuantas, y así, cargados de azúcar, pudimos afrontar las dos cuestecítas que nos esperaban. Viva la fruta Española!!!




La primera no es que se empine, no, no es que cuando se hizo no había ingeniería, aquí reventamos de sufrimiento y prueba de ello la fotos de mi compi tirado en un banco en el punto mas alto, de la cuesta mas alta, en el lugar infranqueable de la montaña.

Llevamos ya 25 km y esto aun no ha terminado. Don Cesar me indica una torre de telecomunicaciones halla en el profundo, en la lontananza, hallen del valle de las viejas, me vengo abajo y le digo que como vamos a subir hay si no hay ni camino. Pero para alegría de ambos, antes de llegar, hay que descender, si, descenso a 68,89km/h, y para ello el video que lo muestra, algo espectacular, los árboles, los arbustos, los helechos se convierten a esa velocidad, en un seto, rectilíneo, cuadriculado, de estos los parques, todo continuo, que a esa velocidad, solo puedes pensar: “Dios mío que no pinche” por que como pinche me jarto de verde.




Todo lo bueno se termina, y la bajada también, se termina hasta el asfalto, y comienza lo malo, lo roto, la roca, el enemigo peor que se puede encontrar en el ascenso, un camino roto de mas de 10 km por el que se pasa de 900 m de altitud a 1300m con falta de tracción, de fuerzas, de oxigeno, de ánimos, de ganas, con una nube negra que nos amenaza, con una pendiente que roza, … no veas como roza, yo me froto los ojos una y otra vez, el sudor me nubla la vista, la torre militar que se divisaba, ya se ha dejado de ver, esta todo cubierto, la nube negra que nos acecha, impasible a nuestro desaliento, como manada de orco, nos persigue, pero queda lo peor, el camino cambia de trazado y ahora me aleja de la torre, solo puedo preguntar a mi compañero, que si hemos vuelto a perder la cobertura, que no es lo único que vamos a perder, que el pellejo también, curvas de puerto de montaña, pero de roca, suelta, fuerte pendiente y al final, al final números rojos, tengo toda la sangre concentrada entre las piernas y la cabeza hemos llegado. Paramos sorprendidos del lugar, ensimismados de la belleza del valle que contemplamos y sobre todo, riéndonos de la cuesta para abajo que vemos, hay, hay que ya no damos más pedales.



Que bajada, que velocidad, que … que porrazo me pude dar cuando la rueda trasera de mi corcel revienta, pero con habilidad, y dominio, o mas bien por la inercia que me lleva conseguimos terminarla en el encuentro con la carretera principal que nos conduce a Guadalupe, parada técnica a cambiar la cubierta y la nube orca que nos abruma, negra como un pozo insoldable, con su presencia y nos cala, con su tromba de agua, caía tanta, que llegue a pensar que me iba a desteñir el mallot, Pero nos armamos de valor y al grito de no hay dolor, no hay dolor comenzamos a descender hasta Guadalupe.



En Guadalupe, llega lo blanco, el estar en casa de nuestra patrona, la de Extremadura, que nos da tregua, cobijo, y llantar en un restaurante conocido, de otras rutas moteras.

Después de comer, ligeritos, pues son las tres de la tarde, decidiendo si pasamos por los túneles y continuamos por cortafuegos o de los túneles pasamos a la carretera. Mientras lo decidíamos y por si escaso, nos compramos unos chubasqueros para el camino que no quiero mas agua que no sea la del bote.
Iniciamos un descenso mosquéante, pues lo que bajemos ahora nos va a tocar subirlo después, pero seguimos, fuertes como robles, ya somos duros, o por lo menos estamos encallaos. No conseguimos entrar en calor y al paso por los túneles, descubrimos que los mismos son un lugar estupendo para el secado de jamones, Dios mío que frío, a oscuras, sin ver el final, sabiendo que en ellos hay culebras de longitudes tremebundas y queriendo dar mas pedales de los que a estas horas nuestros cuerpos nos permiten. Optamos por coger carretera, pues con este frío, no es aconsejable realizar el rompe piernas, que suponen los caminos, que al cruce de la carretera entre Guadalupe, Pela y Cañamero nos conduce.




Que mala suerte, que tenemos, justo cuando se terminan las bajadas, en el momento en el cual se inicia el penúltimo ascenso, la nube negra, que se va, solo nos queda el gris asfalto y un sol de 15 de julio en Valdelagrana, con todos sus rayos concéntricos en nuestra cabeza, voy mareado, hecho de menos los compañeros que no han podido venir, bueno a ellos y todo su árbol genealógico, que nos han quedado tirados en esta batalla por la supervivencia. Pero hay resurge mi Cesar y me dice vamos a morir!!!! Cada vez que venimos a Guadalupe nos dan las tres de la tarde, con sol, sin agua, … no queda otra y para este ultimo ascenso, ni la canción de Barbara, ni el corazón espinado, ni dada que se le parezca, solo queda rezar lo que se sepa.

Al fin llegamos al cruce, descendemos una cuesta que es preferible no subir, en algo que no eche humo, y una subidita más y al fin Cañamero, el coche, mi ropita limpia, seca, el descanso. Una ruta más, una gran experiencia, una fenomenal aventura y una barrera menos que nuestra capacidad, sacrificio y entrenamiento han superado, 68 km, velocidad media 4 min por km, velocidad máxima 52 segundos por kilometro, 5 horas y 17 min, de 580 metros sobre el nivel del mar, a 1309 m. Nos vemos por esos caminos de Dios.


1 comentario:

  1. Si es que no es solo esa megacrónica. Son esas fotos!!!!!!!!! Sois unos FENOMENOS.....

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